La noche sin medida temblaba cerca y lejoscomo si fuera algo que estaba escondido
en el fondo invisible de una mirada intensa.
Un paisaje extendía su lentitud. La luna mostraba que los dioses son aún posibles.
Y muy lejos, el mar, o algo que parecía
que podía serlo, golpeaba el silencio.
Y ya no había nada que pensar o decir,
ni valía la pena de seguir escuchando,
Madre Muerte, amor lento, lentamente lento. Pues aunque la luna crezca y crezca alocada
ya sé que ha terminado cuanto aún era posible.
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